miércoles, 23 de marzo de 2011

El ejército perdido (Valerio Massimo Manfredi).

Hace unos años leí con agrado La última legión de Valerio Massimo Manfredi, una novela histórica bien construida, amena y creíble. No creo que su autor vaya a ganar el Nobel de Literatura, pero se trata de un entretenimiento más que digno. Esto me animó a leer El ejército perdido, del mismo autor, una recreación de la histórica Retirada de los Diez Mil que Jenofonte relató en su Anábasis.

En la novela, la aventura está narrada en primera persona por una joven aldeana que, enamorada de Jenofonte, abandona a su familia y se une al ejército griego. Una aldeana analfabeta de un rincón perdido del Imperio Persa que no sólo es capaz de construir un relato como el que nos ocupa, sino que se convierte en un elemento decisivo en muchas de las vicisitudes de la expedición, con unos conocimientos del mundo, de la alta política y de la estrategia militar que dejan en mantillas a los propios mercenarios griegos. Más parece una mujer educada del siglo XX o XXI (o del XIX, por el romanticismo que destila la narración). Es totalmente anacrónico e inverosímil.

El estilo ramplón de la narración (aunque no tanto como para que nos creamos que es obra de una aldeana analfabeta del siglo IV a.C.) tampoco ayuda a mantener el interés, y a los pocos capítulos me encontré prestando más atención a la construcción de la novela que a la trama en sí; es lo peor que le puede pasar a una obra literaria. Así descubrí, por ejemplo, que en toda la novela sólo se emplea una vez el punto y coma. Y no creo que sea culpa del traductor (el estilo pobre, digo), pues es el mismo que tradujo La última legión.

Mención aparte merecen los detalles que dejan claro que la intención del autor, más que atraer el interés del lector, es atraer el interés de los productores de Hollywood: la historia de amor romántica y estrictamente heterosexual en plena Grecia clásica; la absurda sustitución de ciertos términos griegos, como "estratega" y "gineceo", por otros supuestamente más accesibles, como "comandante de las grandes unidades" (¡viva la concisión!) y "harén" (otro anacronismo), cuya única justificación, se me ocurre, es la imposibilidad de poner notas a pie de página en el cine; y la contracción de los nombres de los personajes (a Jenofonte le llama Jeno, por ejemplo), aún más absurda y ya rayana en la estupidez.

El lector empleará mejor su tiempo leyendo la obra original de Jenofonte, de la que puede encontrar excelentes traducciones al castellano en el caso de que no domine el griego clásico.

jueves, 17 de marzo de 2011

El curioso incidente del perro a medianoche (Mark Haddon).

Me interesó el libro por el ingenioso título y por el hecho que narra un episodio de la vida de un niño autista, un episodio, que insignificante para cualquiera de nosotros, adquiere en ese contexto las proporciones de gesta.
El autismo es una enfermedad mental (o condición mental, no sé), que puede tener distintos grados, y que en el entorno del autista puede provocar una distorsión vital más o menos variable, pero siempre considerable. Digo esto porque es un lugar común que cuando se hace protagonista de una obra a un minusválido, autista en este caso, se tiende a magnificar esa condición, a presentar al lector o al espectador como envidiable lo que no es sino una pesada carga. Los familiares lo saben bien. Habitualmente, esto se consigue presentando las habilidades extraordinarias que tienen algunos autistas fuera de su contexto, haciendo abstracción de su vida como un todo.
En este libro a veces sucede, sobre todo al principio, cuando se exponen las habilidades matemáticas y memorísticas del chaval. Aunque también es cierto que, de alguna manera, consigue trasladar el enorme problema que supone un niño autista para su padres y entorno familiar (aquí prácticamente inexistente).
La novela no está mal, aunque hay que reconocer que el interés va decreciendo según avanza la historia y se va adentrando el autor en las complejas relaciones personales entre los padres del niño y de éste con ellos. Afortunadamente es una novela corta, lo que hace que el decaimiento final sea más llevadero. Tampoco se explica uno muy bien cómo el autista saca adelante determinadas situaciones que, de no ser esto una novela, no hubiera podido manejar, ni por su condición de autista, ni por la de niño.
No pasa nada por leerla, aunque si no la lees, tampoco tendrás una laguna en tu formación literaria de la que te arrepentirás de por vida.

viernes, 11 de marzo de 2011

Riña de gatos. Madrid 1936 (Eduardo Mendoza).

Hay "best sellers" como Sé lo que estás pensando, que Dios confunda, y "best sellers" que sólo acreditan un hecho: son libros que se han vendido mucho. Riña de gatos pertenece a esta segunda categoría.
Eduardo Mendoza ha construido un libro muy entretenido, con todos los ingredientes necesarios para hacer de él un éxito editorial. Primero y fundamental, ganar el Premio Planeta, con lo que ya se encarga la editorial de una promoción brutal para recuperar los 600.000 euros del premio. Segundo, un argumento que toca la fibra de todos los españoles: las semanas anteriores a la Guerra Civil. Tercero, intriga, amor, humor, aventuras. Y cuarto, y fundamental en estos tiempos, historia ficción (¡y un cuadro!).
Seguro que no es la mejor obra de Mendoza, pero, como decía, garantiza entretenimiento y diversión, al tiempo que ofrece una visión desdramatizada (lo que es más que notable tratándose de esos acontecimientos) de uno de los momentos más trágicos de la historia de España.
Aparecen en la novela personajes históricos por todos conocidos, y a todos, a toro pasado, los caracteriza de manera soberbia. Igualmente, consigue hilar con maestría y sencillez, las razones históricas de lo que habría de suceder después, reduciendo algunas de las más profundas al absurdo valleinclanesco.
Apuntes de la vida de la época en una ciudad que Mendoza no conoce tan bien como Barcelona, pero que sabe tratar con honradez, acertando al dar a la obra un tono castizo y populachero que contribuye a acercar los hechos al lector, y a dar un lustre de cotidianidad a los extraordinarios hechos históricos que relata.
Esta vez Planeta ha acertado. Bien por Mendoza.

martes, 8 de marzo de 2011

El pibe que arruinaba las fotos (Hernán Casciari).

Curiosa y divertida novela narrada en primera persona a modo de autobiografía. Parte Hernán Casciari de su infancia más tierna y llega hasta una época contemporánea a la de la escritura. Suponemos que, como todas las obras de este estilo, tendrá pasajes que sean ciertos, otros inventados y algunos más de “realidad mejorada”. El derroche de anécdotas sobre las que va construyendo la obra revela del autor una capacidad narrativa notable, pues consigue presentar asuntos a primera vista intrascendentes como aventuras existenciales irrepetibles, como quizás los sean todos los que vivimos en la infancia.
El relato se lee bien, lo que cuenta tiene su interés y la manera de contarlo revela una prosa ágil, sencilla y espontánea, con algunos pasajes memorables y, diría yo, inmejorables, como la expresión que pone el autor en su boca infantil “está traicionando un cerdo” para indicar el sacrificio de éste por su abuela en un contexto que no desvelaremos.
El tono y lenguaje argentino de la novela es un añadido que, lejos de dificultar su lectura como tantas veces sucede, contribuye a recrear un ambiente de confidencias entre amigos a la sombra de unas cervezas en la tasca de la esquina.
Una novela muy recomendable cuya lectura proporciona momentos exquisitos, y que deja en el lector un deseo de reencontrarse en el bar con el Gordo Casciari para que le cuente otras vivencias, sucedidas o, casi mejor, inventadas.

domingo, 6 de marzo de 2011

Sé lo que estás pensando (John Verdon).

Si en el comentario sobre El expediente Karnak señalábamos cómo su autor había renunciado a las ventas masivas por su objetivo moralizante, Sé lo que estás pensando no es sino la puesta en práctica de todos los trucos literarios conocidos para que una novela insustancial se venda como churritos calientes. 

Sí, lo reconozco, yo caí en la trampa fraguada por la editorial y por el, por otro lado excelente, programa televisivo Página 2, que le dedicó un tiempo sin duda inmerecido.

El punto de inico de la novela es interesante, pero su desarrollo, la baja calidad literaria de su texto, la factura arquetípica de todos y cada uno de sus personajes y el desenlace final que se vislumbra desde el mismo momento en que aparece en escena quien habrá de ser el villano de la narración (previsible, muy previsible), hacen que la lectura defraude de manera incontestable, porque, al contrario de otras novelas policiacas cuyo único y honorable objetivo es entretener, Sé lo que estás pensando deja un regusto de estafa literaria difícil de eliminar.

Si tenemos en cuenta la profesión de John Verdon (experto en márketing) nos lo explicamos todo. El éxito de ventas de esta novela, completamente prescindible, no es más que el resultado de un ejercicio práctico de mercadotecnia literaria, tanto en lo que respecta a las claves de su escritura como a su extraordinaria promoción.

En conclusión, el tiempo que necesita la lectura de esta novela, mejor dedicarlo a ver CSI, que va de lo mismo y es más entretenido. Con los veintitantos euros que te ahorres, seguro que sabes qué hacer mejor que yo.

El año de la muerte de Ricardo Reis (José Saramago).

Una obra bien conocida de un autor que nunca defrauda. Localizada en la Lisboa de los años de comienzo de la guerra civil española y del auge de los movimientos totalitarios de corte fascista en Europa, José Saramago aprovecha el retorno a la patria de un médico emigrado a Brasil para describir la vida portuguesa bajo la dictadura de Salazar, así como para posicionarse frente a la ideología ultraderechista rampante en ese momento.

Saramago recrea con maestría el ambiente opresivo de una Lisboa lluviosa, inclemente y provinciana, lo que contribuye a dar a la atmósfera global de la novela un tono plomizo de pesadumbre y desesperanza. Las conversaciones del protagonista con su amigo recién fallecido, Fernando Pessoa, dan sustancia a una novela altamente recomendable.

Para leer con calma y reflexión.

sábado, 5 de marzo de 2011

El expediente Karnak (Germán Fernández).

El expediente Karnak es una novela corta que no llega a las 150 páginas. Se puede leer de una sentada, y el argumento y su narración extremadamente ágil así lo recomiendan. Es una sátira de toda la saga de libros herederos del Código Davinci, libros que, sobre pretendidos misterios más o menos inventados, entretejen un argumento tan descabellado como falaz.

Germán Fernández, divulgador científico en diversos medios, entre los que destaca su reputado blog "el neutrino", no puede evitar caer implacablamente sobre ese tipo de literatura, ridiculizando tramas, personajes y, finalmente, al propio lector ingenuo en un desenlace final tan sorprendente como, quizás, precipitado. Renuncia con él el autor a presentar lo que bien pudo haber sido el embrión de un rentable best seller en aras del afán moralizante de la obra, un error crematístico difícilmente entendible en estos tiempos que corren.

Ahorra, eso sí, al lector unos centenares de páginas irrelevantes para el propósito de la novela, detalle del que podrían tomar nota los actuales escritores de éxito inmediato, que más parecen vender sus obras por su peso que por la calidad o el interés de su contenido.

En conclusión, la obra merece sobradamente las escasas horas que requiere su lectura, y deja al lector con la duda de si no hubiera sido mejor que el autor hubiera dedicado algo más de esfuerzo narrativo a su relato en lugar de acabarlo de manera tan abrupta.

El expediente Karnak está editado por Ediciones Rubeo en su Colección Torremocha. El libro es difícil de encontrar pues su distribución ha sido escasa. En cualquier caso, Germán Fernández tiene un blog dedicado a su obra (http://lawebdegermanfernandez.blogspot.com/p/el-expediente-karnak.html), donde anuncia también su próxima novela, que esperamos con el mismo interés con que leímos la primera, y con el que debería haber puesto su editor en divulgarla y rentabilizarla.