Antología del otro lado, se dice en la contraportada del libro, es una creación personal
de Fernando Sánchez Fernández. Y desde luego que lo es. No es una novela, no
son cuentos, no es un ensayo. Se trata más bien de la puesta en papel de las
reflexiones del autor a modo de un diario no datado ni cronológico y más o
menos íntimo. En él plasma sus personales impresiones sobre determinados
lugares de Cuenca, sobre algunas personas que allí ha conocido y sobre ciertas
cosas que le han sucedido. Y lo hace con los ojos de un recién llegado, pues
esta obra es fruto del traslado de residencia desde su Madrid natal a esa
ciudad manchega por mor de las veleidades de los destinos laborales. Apenas he
ido a Cuenca tres o cuatro veces y, ciertamente, no sabría identificar
prácticamente ninguno de los sitios que menciona, por lo que desconozco también
si su relevancia se basa en términos artísticos o monumentales o, por el
contrario, en las vivencias personales del autor en tales lugares.
Por algunos de
ellos Fernando Sánchez corre, pues el autor (tan atleta como atlético) es gran
aficionado a las carreras populares, e, intuyo, que muchas de sus cavilaciones
nacen en esas largas horas dedicadas al trote por el
empedrado, adoquinado o asfaltado suelo conquense. Doble mérito tiene la cosa,
pues consigue repartir la sangre oxigenada entre los músculos y el cerebro con
igual eficiencia. Cómo si no justificar hallazgos narrativos como el que emplea
para describir la calle de San Francisco (y aquí encontramos al Fernando más
genuino): “es un hervidero humano cuando hay gente. Cuando no hay nadie, está
vacía”, hallazgos sólo comparables con la fina observación de Les Luthiers: “de cada diez personas que ven la televisión, cinco
son el cincuenta por ciento”.
Ésta que
comentamos es su primera obra publicada, aunque Fernando Sánchez no es, ni
mucho menos, un autor novel. Es más, no nos equivocaríamos al decir que fue,
incluso, un autor precoz, tanto que con apenas la edad a la que a un niño se le
permite coger un bolígrafo, escribió un excelente, y no sabemos por qué no
recuperado para su publicación, poemario infantil ilustrado, en uno de los
cuales, recuerdo, narraba las aventuras playeras de un gato y un ratón (“… corre, corre que te pillo; el ratón con
la pala y el gato con el rastrillo”).
De Antología del otro lado habrán
disfrutado más quienes hayan conocido previamente su contenido por haber sido
protagonistas de él o por haberlo escuchado con mayores adornos de viva voz del
autor. Se nos antoja que así habrá tenido que ser, pues, para quien no lo
conozca, Fernando Sánchez viene de una saga de relatores orales sin parangón, o
con un parangón que yo no conozco, cuya figura cumbre fue su propio padre,
mencionado alguna vez en la obra, excelso creador de universos paralelos cotidianos
por los que aún discurren, pues continuamos evocándolos, personajes y
situaciones del todo irrepetibles.
Por eso
acogemos esta obra con ilusión. Porque esperamos que sea el detonante de la publicación
de las muchas historias que seguro que le rondan al autor por la cabeza para
que no se acaben así perdiendo con el último de sus afortunados oyentes.