“Este libro trata de cómo no
llegó a escribirse otro libro que debería haberse titulado La historia del
silencio”. Así comienza esta novela Pedro Zarraluki, y con este punto de
partida, y con el silencio como excusa, construye un relato que mereció en 1994
ex aequo el Premio Herralde de Novela.
Es un libro escrito por alguien que sabe su
oficio, y que puede con muy pocos mimbres hacer un buen cesto. Zarraluki maneja
bien el lenguaje, sabe escribir y demuestra que con una pequeña idea es capaz
de construir una historia interesante.
El silencio, como se dice al
principio, es el eje sobre el que gira la narración. Se empieza tratando de
aprehender el silencio como fenómeno físico, y se termina por desembocar en los
silencios, los secretos, lo que no se dice a los otros.
La historia se cuenta en
primera persona, y se articula alrededor del protagonista, su mujer y su grupo
de amigos. Todo perfectamente hilado, salvo lo referente a las relaciones entre
los dos sexos, que parecen sacadas de una comedieta catalana de serie B y que
desmerecen mucho del resto de la obra. No era necesario introducir esas situaciones
absurdas y fantasiosas, más propias de ese cine para consumo adolescente que de
novelas dirigidas a un público más formado y serio.
Este pequeño pero, sin embargo,
no invalida la buena consideración que nos merece su autor y el buen poso que nos ha dejado
su lectura.
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